Fragmentos del libro Ideología y enfermedad mental. Tomas Szasz. Capítulo 9.
La
internación involuntaria en hospitales neuropsiquiátricos es un
crimen de lesa humanidad.
Desde
hace cierto tiempo vengo sosteniendo que la reclusión involuntaria
de personas en establecimientos de salud mental es una forma de
encarcelamiento; que tal privación de la libertad es contraria a los
principios morales encamados en la Declaración de la Independencia y
la Constitución de Estados Unidos; y que representa una clara
violación de los conceptos contemporáneos acerca de los derechos
humanos fundamentales. La costumbre de que hombres «sanos»
encarcelen a sus congéneres «insanos» en «hospitales para
enfermos mentales» es comparable a la de los blancos que
esclavizaban a los negros. En otras palabras, considero que la
reclusión involuntaria constituye un crimen de lesa humanidad.
(...)
A
mi entender, tanto las sanciones morales informales (el ostracismo,
el divorcio) como las jurídicas formales (una multa, una condena de
cárcel) son más honorables y menos atentatorias contra el espíritu
humano que la pseudo-médica sanción psiquiátrica de internar al
sujeto en un hospital.
(…)
En
síntesis: sostengo y afirmo que las pruebas históricas me dan la
razón, que ciertas personas son recluidas en hospitales
neuropsiquiátricos no porque sean «peligrosas» ni porque
estén
«mentalmente enfermas», sino porque son los chivos emisarios de la
sociedad, cuya persecución es justificada por la propaganda y la
retórica psiquiátricas.
(…)
El
supuesto básico de la psiquiatría institucional es que el enfermo
mental es inferior, desde el punto de vista psicológico y social, a
la persona mentalmente sana. Es como un niño: no sabe qué es lo que
mejor le conviene y por ende necesita que otros lo controlen y
protejan. Los psiquiatras suelen preocuparse mucho por sus pacientes
involuntarios, a quienes consideran, no ya meros «neuróticos»,
sino «psicóticos», es decir, personas «muy enfermas», y que
deben ser atendidas como los «niños irresponsables» que se supone
que son.
El
enfoque paternalista ha cumplido un papel importantísimo en la
justificación tanto de la esclavitud como de la internación
involuntaria.
(...)
Sostengo,
sin embargo, que así como es ignominioso esclavizar a cualquier ser
humano, ya sea negro o blanco, musulmán o cristiano, también es
ignominioso internarlo en un hospital sin su consentimiento, ya se
trate de un depresivo o un paranoide, un histérico o un
esquizofrénico.
(...)
Otro
autor proesclavista defendía esa institución en 1862 con argumentos
fundamentalmente religiosos: «La esclavitud, autorizada por Dios,
permitida por Jesucristo, sancionada por los apóstoles, mantenida
por hombres buenos de todas las épocas, todavía perdura en una
porción de nuestro amado país». Basta con hojear las revistas
especializadas en psiquiatría, los semanarios y los periódicos para
descubrir que la internación involuntaria en hospitales
neuropsiquiátricos
es
exaltada y defendida de manera análoga.
(…)
Así
como el dueño de esclavos podía recurrir al poder de policía del
Estado para que lo ayudase a reclutar y mantener a su mano de obra
esclava, así el psiquiatra institucional confía en que el Estado le
preste su ayuda a fin de reclutar y mantener permanentemente una
determinada población de internados en hospitales
neuropsiquiátricos.